sábado, 30 de abril de 2011

Pianistas y otros animales

[Grigori Sokolov en Hamburgo (4-02-08). © Jens Jürgen Schaefer]
Desde que el inolvidable Rafael Orozco participara en el concierto inaugural del 2 de mayo de 1991 con el célebre Segundo de Rachmaninov hasta que hace unas semanas el jovencísimo Juan Pérez Floristán debutara con la ROSS, los pianistas han sido los solistas instrumentales que más han contribuido al prestigio del Maestranza, hasta el punto de que resulta más fácil citar las ausencias que las presencias. Obviando algunos casos, como los de Pollini o Argerich (que canceló su actuación en la Expo), prácticamente todos los grandes pianistas de las últimas dos décadas han pasado por el escenario del Paseo Colón, muchos de ellos en recitales solistas, que en los últimos años han conformado el ciclo específico de Grandes Pianistas.

Como la memoria personal es selectiva, uno recuerda la entrada rauda, casi flotando sobre el suelo, de Kissin antes de que la noche se transformara en sus manos, los estallidos sonoros de Sokolov, el derrame de propinas de Barenboim, la cuerda rota de Pogorelich, la elegancia de Pires, los colosales primeros 80 minutos de Schiff, la original profundidad de Aimard, el Chopin de Zimerman, las manos rápidas de Lang Lang, el refinamiento del rudo Lupu, la magia de Perianes… En pocos días Lugansky nos devolverá a aquel 2 de mayo del 91 con un de Rachmaninov que a poco que Halffter esté inspirado puede ser histórico, y para los próximos años, las nuevas generaciones deberían incorporarse con naturalidad al teatro. Apetece escuchar a Tharaud, a Ott, a Lewis, a Wang, a Thibergien, a Abduraimov, a Blechaz, a Jáuregui, a Fellner, a la siempre sugerente Gabriela Montero, o recuperar a Andsnes, que pasó, jovencísimo, por la Expo para no volver. Eso sí, convendría renovar pronto los instrumentos de teatro y orquesta, vencidos ya por el tiempo.
[Diario de Sevilla. 28-04-2011]

viernes, 29 de abril de 2011

Esplendores sinfónicos

[Claudio Abbado con la Orquesta Simón Bolívar en el Maestranza. © Antonio Pizarro]
La Orquesta Sinfónica de Sevilla había debutado ya en enero en el Teatro Lope de Vega y desarrollaba su primera temporada en la Sala Apolo. El 2 de mayo de aquel 1991 su destino se cruzó por primera vez con el Teatro de la Maestranza. Fue en el concierto inaugural del coliseo del Paseo Colón, el que habría de ser su espacio natural en el futuro. El Preludio de El tambor de granaderos de Ruperto Chapí se convirtió en la primera obra que sonó en concierto público en la gran sala maestrante, acaso homenaje a su pasado como cuartel de artillería.

Siguieron años de pequeñas tiranteces y desencuentros entre orquesta y teatro, especialmente a cuenta de los calendarios, hasta que en 2005 la elección de una gerente y un director artístico comunes a ambas instituciones pareció encauzar sus relaciones hacia una más plácida coexistencia. En realidad, la orquesta (convertida en Real desde 1995) siguió su trabajo cotidiano en el exilio de la sala Apolo hasta la reciente ampliación del teatro, que vino acompañada de una (insuficiente) sala de ensayos.

Es difícil exagerar la importancia de la creación de un conjunto como la ROSS en la vida cultural de Sevilla. Hasta 1991, la voluntariosa Bética Filarmónica cubría con entusiasmo las necesidades de los melómanos sevillanos en materia sinfónica. Sus modestas prestaciones llenaban el hueco con dignidad, pero sus carencias se hicieron muy evidentes desde los primeros meses de aquel año crucial para la ciudad. Comandada por el vehemente Vjekoslav Sutej, la Sinfónica de Sevilla alcanzó pronto, entre vítores y pasmos, un nivel de calidad equiparable a muchos conjuntos medianos de Europa, a la par que propició un decisivo incremento en la cantidad y la calidad de la oferta formativa para los jóvenes músicos sevillanos.

Luego vino la Expo 92 y por el Maestranza desfilaron algunas de las más importantes orquestas del planeta, de la mano de la mayoría de las grandes batutas del momento, esas que al aficionado sevillano sólo le estaba permitido conocer a través de los discos, las retransmisiones radiofónicas o los viajes. Se vivieron momentos de auténtica euforia, que beneficiaron también a la orquesta hispalense, cuyo número de abonados no cesó de crecer en los años siguientes. Alguna que otra crisis financiera fue solventada sin grandes quebrantos, pero los meses de la Exposición Universal estaban cercanos y desde la dirección del teatro (reabierto de forma regular en 1994) se apostó por mantener una actividad sinfónica paralela a la temporada de abono de la ROSS. Fue un acierto. De la mano de Ibermúsica, y después, aunque algo más modesta en nombres, de ProMúsica, aquello fue como una continuidad del sueño de la Expo. Otra vez los más grandes dejaron rastros del mejor arte directorial del mundo: Celibidache, Sinopoli, Maazel, Inbal, Solti, Chailly, Marriner, Hager, Jansons, Temirkanov, Muti, Frühbeck, Rostropovich, Gergiev, Sawallisch, Dutoit, Tate, Chung, Nagano, Berglund, Pappano, Pletnev, Kitaenko, Leonhardt, Koopman, Pinnock, Brüggen... La llama del sinfonismo parecía haber prendido con fuerza en la ciudad, pero los presupuestos no crecían y en 2003 el Maestranza prescindió del ciclo sinfónico, una de las decisiones más desgraciadas de la historia de la institución. Todavía en las temporadas 2005-06 y siguiente, un efímero Festival navideño de Entreculturas permitió, entre otros, el gozo de escuchar a Claudio Abbado al frente de los jóvenes venezolanos de la Simón Bolívar un Chaikovski incandescente. Hoy día solo quedan las visitas veraniegas de Barenboim y sus estupendos chicos de la West-Eastern Diwan y los irregulares programas de intercambio de la ROSS con otras orquestas españolas (incomprensible que hayan sido tan poco frecuentes con las andaluzas).

El aficionado perdía referencias justo cuando la ROSS iniciaba una nueva etapa de la mano de Pedro Halffter, con plantilla por fin cubierta (¡falta, aún hoy, el concertino, figura vital en una orquesta!) y una apuesta decidida por la renovación del repertorio. Atrás parecían quedar los problemas habidos durante las polémicas titularidades de Klaus Weise y Alain Lombard. Se abría un tiempo nuevo. Pero, llámenlo si quieren casualidad, el último lustro, con una orquesta que ha ido recuperando el brillo y la estabilidad de sus más lucidas galas, ha sido también el de la contracción del público sinfónico en Sevilla. Halffter volvió pronto al redil de una programación mucho más convencional y popular, lo que unido a una inteligente política de precios para los jóvenes, ha generado en las últimas temporadas ocasionales repuntes en la asistencia a los conciertos de abono, pero el fervor de los primeros años se ha ido diluyendo con el tiempo como lágrimas en la lluvia.

Si analizamos la situación actual a la luz de los 20 años transcurridos desde aquel Tambor de granaderos, la conclusión no puede ser otra que la de una crisis lenta y dolorosa, cuya dirección futura no resulta fácil intuir: una ROSS en buena forma, pero con el presupuesto menguado y estancada en repertorio y proyección exterior, y un teatro que, aparte lo que le ofrece su inquilina, no parece en disposición de recuperar la estimulante apuesta orquestal de sus primeros 10 años de existencia. Eso o que el esplendor queda aún demasiado cerca.
[Diario de Sevilla. 28 -04-2011]

lunes, 18 de abril de 2011

Pasiones de Bach

[Crucifixión. Paolo Uccello (Museo Thyssen Bornemisza. Madrid)]
Son clásicos inevitables por estas fechas. Cuando se aproxima la Semana Santa no hay año en que no coincidan varias producciones discográficas de Pasiones de Bach. Por ejemplo, el sello SDG ha publicado la Pasión según San Juan que John Eliot Gardiner registró en vivo en marzo de 2003 (el retraso en la salida del álbum puede atribuirse a la publicación que durante todos estos años la marca de Gardiner ha ido realizando de la integral de cantatas grabada en su Peregrinaje del año 2000). Los conjuntos son los habituales del gran maestro británico, con Mark Padmore como Evangelista (canta también las arias de tenor) y Hanno Müller-Brachmann como Jesús. Se trata de una visión brillante y muy teatral de la obra de Bach, que se asienta sobre todo en un estupendo equilibrio entre el extraordinario Coro Monteverdi (18 voces) y la cuerda de The English Baroque Soloists (16 miembros).

En su versión para el sello Mirare, registrada en septiembre de 2010, Philippe Pierlot opta por una interpretación más despojada, con coro de solistas (o casi: dos voces por parte) y un contingente de cuerdas algo menor. Como Gardiner, Pierlot graba la versión original de 1724, aunque añade al final el coral "Christe, du Lamm Gottes", con el que concluía la versión que Bach presentó de la obra en 1725. Pierlot es también dramático e incisivo, aunque las partes más lentas y reflexivas alcanzan en su interpretación una hondura doliente y penetrante que acaso se le escapa al más extravertido Gardiner. En este sentido está bien comparar el aria "Es ist vollbracht!", magníficamente cantada por la muy expresiva contralto Bernarda Fink con Gardiner, si bien Carlos Mena con Pierlot enfatiza mucho más el contraste con la parte central, ahora volcánica, y su versión acaba por resultar de un patetismo mucho más descarnado y lacerante. No he podido escuchar todavía la versión de esta misma Pasión que Frans Brüggen acaba de publicar en Glossa, aunque por sus últimas interpretaciones bachianas (la Misa en si menor también en el sello madrileño) cabe suponer una visión ágil, pero reflexiva y serena.

La otra Pasión, la grande, la de San Mateo, acaba de ser publicada en Channel Classics en interpretación de la Netherlands Bach Society dirigida por Jos van Veldhoven. Este trabajo es culminación de los dedicados por este conjunto a la música coral de Bach, tras los álbumes dedicados a la Misa en si menor, el Oratorio de Navidad y la Pasión según San Juan. Van Veldhoven se acerca también a los modernos conceptos interpretativos con coro reducido de solistas (con un complemento de ripienistas) y tono ágil y dramático. El Evangelista es un experto y estupendo Gerd Türk y Cristo, Peter Harvey (el Pilato de Gardiner). Entre los solistas destacan la joven soprano belga Amaryllis Dieltiens y el contratenor Matthew White. Como el resto de producciones del conjunto holandés en Channel Classics, los discos se editan de forma muy atractiva, con un librito que incluye una riquísima iconografía sobre la temática pasional.
[Diario de Sevilla. 16-04-2011]


JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750): PASIÓN SEGÚN SAN JUAN BWV 245
Mark Padmore, tenor (Evangelista, arias)
Hanno Müller-Brachmann, bajo (Jesús)
Peter Harvey, bajo (Pilato, arias)

Bernarda Fink, alto (arias)
Joanne Lunn, soprano (arias)
Katharine Fuge, soprano (Sierva, arias)

Julian Clarksson, bajo (Pedro)
Robert Murray, tenor (Siervo I)
Paul Tindall, tenor (Siervo II)

Coro Monteverdi
English Baroque Soloists (Kati Debretzeni, concertino)
Director: John Eliot Gardiner
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2 CD SDG 712 (Diverdi) [35'23'' - 79'24'']
Grabación: Marzo de 2003


Bach: "Herr, unser Herrscher, dessen Ruhm", coro de apertura de la Pasión según San Juan. [9'26''] Coro Monteverdi. English Baroque Soloists. John Eliot Gardiner


JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750): PASIÓN SEGÚN SAN JUAN BWV 245
Hans-Jörg Mammel, tenor (Evangelista, arias)
Matthias Vieweg, bajo (Jesús)
Stephan MacLeod, bajo (Pilato, Pedro, arias)

Maria Keohane, soprano (Sierva, arias)
Helena Ek, soprano
Carlos Mena, alto (arias)
Jan Börner, alto
Jan Kobow, tenor (Siervo, arias)

Ricercar Consort (Sophie Gent, concertino)
Director: Philippe Pierlot
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2 CD MIRARE MIR 136 (Harmonia Mundi) [35'52'' - 77'36'']
Grabación: Septiembre de 2010


Bach: "Es ist vollbracht!" de la Pasión según San Juan. [5'10''] Carlos Mena. Ricercar Consort. Philippe Pierlot


JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750): PASIÓN SEGÚN SAN MATEO BWV 244
Concertistas Coro I
Gerd Türk, tenor (Evangelista)
Amaryllis Dieltiens, soprano
Tim Mead, alto
Julian Podger, tenor
Peter Harvey, bajo (Jesús)

Concertistas Coro II
Siri Karoline Thornhill, soprano
Matthew White, alto
Charles daniels, tenor
Sebastian Noack, bajo

Ripienistas Coro I
Dorothea Jacob, soprano (Sierva I)
Marijon Strijk, soprano (Sierva II, Hija de Pilato)
Barnabás Hegyi, alto
Elena Pozhidaeva, alto
Alastair Carey, tenor
Scott Wellstead, tenor
Matthew Baker, bajo (Pedro, Pilato, Pontífice I)
Philippe Favette, bajo (Judas, Pontífice II)

The Netherlands Bach Society
Kampen Boys Choir
Director: Jos van Veldhoven
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3 CD CHANNEL CLASSICS CCS SA 32511 (Harmonia Mundi) [69'51'' - 54'38'' - 40'56'']
Grabación: Abril de 2010


Bach: "Kommt, ihr Töchter, helft mir klagen" de la Pasión según San Mateo. [7'51''] The Netherlands Bach Society. Jos van Veldhoven

domingo, 17 de abril de 2011

El crítico siempre lo sabe todo

"El cerebro de un crítico es un almacén, unos grandes almacenes. Se encuentra de todo: ortopedia, ciencias, ropa de cama, artes, mantas de viaje, gran selección de muebles, papel de cartas francés y extranjero, artículos para fumador, guantes, paraguas, lanas, sombreros, artículos de deporte, bastones, óptica, perfumería, etc. La crítica sabe todo, ve todo, dice todo, oye todo, toca todo, remueve todo, come todo, confunde todo y no piensa menos. ¡¡Qué hombre!! ¡¡¡Hay que recordarlo!!! ¡¡¡Todos nuestros artículos están garantizados!!! ¡¡¡Durante el calor el género está dentro!!! ¡¡¡Dentro del crítico!!! ¡¡Miren!! ¡¡Aprecien, pero no toquen!! Es único, increíble." (Erik Satie)

martes, 12 de abril de 2011

Del sinfonismo español

[Orquesta de Córdoba]
El director José Luis Temes (Madrid, 1956) se ha convertido en los últimos años en el gran rescatador del repertorio sinfónico español de los siglos XIX y XX. Nombres como los de Emilio Lehmberg, José Muñoz Molleda, Fernando Remacha, Ángel Arteaga, María Teresa Prieto, Gerardo Gombau, Manuel Ángulo, Julio Gómez, Enrique Fernández Arbós, Evaristo Fernández Blanco, Manuel Manrique de Lara, Arturo Dúo Vital o Luis de los Cobos han conocido merced a sus grabaciones una difusión con la que hace solo cinco años no podía ni soñarse.

Ahora, Temes da un paso atrás (sólo en el tiempo) para acercarse a la figura del asturiano Ramón Garay (Avilés, 1761 - Jaén, 1823), maestro de capilla de la catedral de Jaén durante los 36 últimos años de su vida. El archivo del templo jiennense conserva prácticamente toda su obra, unas trescientas composiciones, la mayoría por supuesto religiosas, aunque faltan las piezas de órgano (que sin duda compuso, pues trabajó como organista) y llaman la atención tanto un conjunto de diez sinfonías como un acercamiento al género operístico, Compendio sucinto de la Revolución Española, curioso ejercicio alegórico sobre la Guerra de la Independencia que rescató hace unos años el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza gracias al trabajo del musicólogo Pedro Jiménez Cavallé, quien está también detrás de la recuperación de estas sinfonías que Temes presenta con uno de los conjuntos con los que más ha trabajado, la Orquesta de Córdoba.

Garay escribió sus sinfonías sin propósito conocido en tres etapas distintas de su estancia andaluza: las seis primeras datan de los años 1790-91, la séptima de 1797 y las tres últimas de 1817. Las obras siguen el esquema haydniano en cuatro movimientos (salvo la , que está en tres e incluye una parte de violín obligado) que sin duda el compositor aprendió de su paso entre 1785 y 1787 por la madrileña capilla musical de la condesa de Benavente, que estaba a la última de las novedades musicales de Europa. La instrumentación se corresponde también con los hábitos de la escuela clásica vienesa: dos oboes y dos trompas más la cuerda (salvo la nº5, que sustituye los oboes por flautas). En las obras tardías se añaden además dos clarinetes y un fagot, aunque Garay parecía ignorar la evolución del género (no hay reflejo de los logros beethovenianos). Es música de indudable interés histórico, que Temes y los maestros cordobeses defienden con suficiencia, aunque es posible que este repertorio sería mejor resuelto por un conjunto de instrumentos de época, como la Orquesta Barroca de Sevilla, que tuvo al inicio de su trayectoria (1995-96) un contacto intenso con estas obras (llegó a grabar algunas de las sinfonías, registro nunca publicado) y que está a punto de editar un disco con música de otro sinfonista español del XVIII, Carlos Baguer.
[Diario de Sevilla. 9-04-2011]


RAMÓN GARAY (1761-1823): LAS 10 SINFONÍAS
Orquesta de Córdoba
Director: José Luis Temes

CD 1
1. Sinfonía nº1 en si bemol mayor (1790)
2. Sinfonía nº2 en re mayor (1791)
3. Sinfonía nº3 en si bemol mayor (1791)
[Isel Rodríguez, violín]

CD 2
1. Sinfonía nº4 en la mayor (1791)
2. Sinfonía nº5 en do menor (1791)
3. Sinfonía nº6 en do mayor (1791)

CD 3
1. Sinfonía nº7 en do mayor (1797)
2. Sinfonía nº8 en do mayor (1817)
3. Sinfonía nº9 en mi bemol mayor (1817)
4. Sinfonía nº10 en si bemol mayor (1817)
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3 CD VERSO VRS 2099 (Diverdi) [62'55'' - 65'43'' - 74'16'']
Grabación: Octubre de 2009


Garay: IV. Presto de la Sinfonía nº1. [5'37''] Orquesta de Córdoba. José Luis Temes

lunes, 11 de abril de 2011

El infesto populismo

El infecto populismo, Arcadi, también es presentar con esta bobada (populachera): "Es un placer que haya artistas capaces de trabajar la física de la creación frente a quienes se dedican a debatir sobre su metafísica" a quien se dedica a hacer cosas como esta:



El infecto populismo alcanza por supuesto a esta forma, entre lo triste y lo sonrojante, en que el señor Ruiz Quintano se dedica a saldar cuentas con sus demonios personales: una pareja de intelectuales españoles a la que no le gusta el clarinetista Allen escuchando una Misa en si menor de Bach en el Carnegie Hall de Nueva York, ¿a dónde iremos a parar? Es que ni la respuesta de Lindo se libra de él (del infecto populismo). Este par de frases referidas a la sala: "Es un teatro bastante popular, mucho más que el Teatro Real de Madrid. Precios asequibles para estudiantes y jubilados." ¿Es que si fuera una sala pequeña, si no fuera "bastante popular", si no tuviera "precios asequibles para estudiantes y jubilados" sería un delito elitista asistir a un concierto en el Carnegie Hall? ¿Es que cada cual no es libre de gastarse su dinero en lo que le dé la real gana?

Ay, el infesto populismo...

...y su vacuna:


Luis de los Cobos: II. Andante doloroso de la Sinfonía Cursus vitae Op.8. [8'45''] Orquesta Sinfónica de Castilla y León. José Luis Temes

martes, 5 de abril de 2011

El profesor de música

[Anner Bylsma]
Anner Bylsma (La Haya, 1934) fue entre 1962 y 1968 solista de violonchelo de la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, pero, al igual que otro célebre violonchelista de orquesta (Nikolaus Harnoncourt, que lo fue de la Sinfónica de Viena), Bylsma acabó por concentrar la mayor parte de sus esfuerzos en la recuperación de las prácticas de interpretación barrocas. Nacido y residente en uno de los centros vitales del historicismo, desde principios de los 70 sus relaciones con Gustav Leonhardt, Frans Brüggen o los hermanos Kuijken supusieron un impuso formidable para el estilo de interpretación históricamente informado, y también para la industria fonográfica, que encontró en los nuevos postulados estilísticos un filón para la siempre necesaria renovación de catálogo. En 1979, Bylsma grabó las Suites de Bach con un instrumento barroco; era la primera vez que eso se hacía, y su interpretación fue mucho tiempo considerada canónica y de referencia, hasta que el propio intérprete la consideró superada con un segundo registro realizado en 1992.

En este documental, producido en 1989, Bylsma toca por supuesto música de Bach (el Preludio de la Suite nº1 está tomado de un concierto), pero el film está dedicado principalmente a su tarea como profesor. Lo vemos por momentos en compañía de su hijo o de su esposa, la violinista Vera Beths, compañera de tantas aventuras artísticas, lo vemos recorriendo Amsterdam en bicicleta o paseando por un ambiente rural, pero lo vemos sobre todo junto a sus alumnos, a los que no solo instruye en las prácticas historicistas, sino también en la música romántica o contemporánea. Bach, Domenico Gabrielli, el músico francés del siglo XIX Auguste-Joseph Franchomme y el contemporáneo Henri Pousseur son el objeto de sus lecciones, que eluden siempre el exceso de información. "Una buena clase puede durar diez o doce segundos", llega a afirmar. Basta con encontrar el momento justo y dar la instrucción precisa. El resto es un acompañar al alumno por su búsqueda personal del sonido y de su propia comprensión de la música. "Música es música", dice a un joven Job ter Haar enfrentado a una obra de Pousseur, "una buena canción pop puede tener el mismo poder de conmovernos que una obra de Machaut".

El documental pertenece a una serie de doce, original de Olivier Bernager y François Manceaux, emitida entre 1987 y 1991 por el Canal Siete (hoy, Arte), que se acerca a la tarea docente de otros tantos prestigiosos intérpretes. Veinte años después, Harmonia Mundi ha decidido publicarlos en dos tandas de seis: acaban de aparecer los dedicados a Bylsma, René Jacobs, Scott Ross, Yvonne Loriod, Hermann Baumann y Pierre-Yves Artaud, y esperan turno Kenneth Gilbert, José Van Dam, Marek Janowski, Gérard Poulet, Yuri Bashmet y Nikita Magaloff. El punto negro es que la multinacional francesa sigue marginando al castellano, por lo que los subtítulos se ofrecen solo en inglés, francés y alemán.
[Diario de Sevilla. 2-04-2011]


ANNER BYLSMA. CELLIST & TEACHER
A film by François Manceaux


1. Introducción
2. Auguste-Joseph Franchomme (1808-1884): Estudio Op.35 nº11
3. Domenico Gabrielli (c.1659-1690): Canzone
4. Henri Pousseur (1929-2009): La Ligne des toits
5. Johann Sebastian Bach (1685-1750): Suite BWV 1011
6. Entrevista con Olivier Bernager
7. Johann Sebastian Bach: Suite BWV 1007

Versión original en francés e inglés con subtítulos en francés, inglés y alemán
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HARMONIA MUNDI (Les leçons particulières de musique; 06) HMD 9909035 [c.56']
Realización: 1989



sábado, 2 de abril de 2011

Madrid no es París. Rabassa no es Bach (y España no es Grecia)

En mayo de 2009 tuve la ocasión de entrevistar al director granadino Pablo Heras-Casado al que pregunté  sobre su relación con Gérard Mortier y las reacciones que se habían producido en parte de los medios musicales españoles a causa de la inminente llegada del intendente belga al Teatro Real de Madrid. "[...] Salzburgo es Salzburgo, París es París y Madrid es Madrid, y ya digo que Mortier es una persona muy reflexiva, que sabe perfectamente que las tradiciones y los contextos artísticos son diferentes, y no me cabe la menor duda de que él todo esto lo va a tener en cuenta.", me decía muy juiciosamente Heras-Casado. El primero que pareció tenerlo claro era desde luego el propio Mortier, a quien Madrid le parecía una plaza menos dura que París, acaso un lugar idóneo para un retiro dorado, como los futbolistas que acaban sus carreras en Catar o Los Ángeles.

Pero Mortier carga allá donde vaya con su leyenda de hipermoderno, polémico y transgresor, una leyenda que habría que repasar con cuidado y acaso deconstruir, porque por lo que hemos ido sabiendo se trata más bien de un antimoderno al uso, que desprecia sin complejos la ciencia y la tecnología de nuestro tiempo, como demuestra su recurso al brujo homeópata de la tribu y su desdén hacia el uso de los ordenadores. Con su vida privada, el señor Mortier puede hacer por supuesto lo que le plazca sin que ello deba de interferir para nada en su actividad pública, un ámbito en el que, en cualquier caso, no para de pisar charcos desde que llegó. Los truenos, contenidos, estallaron por fin el pasado 15 de marzo, en la presentación de la temporada 2011-12 del Teatro Real, la primera que ha diseñado el ejecutivo belga en su totalidad; y no tanto por la programación en sí, que ha sido generalmente machacada sin piedad, aunque también haya encontrado algún defensor, sino por las opiniones vertidas por Mortier en el acto sobre el repertorio y los intérpretes españoles. Su desdeñosa consideración sobre el patrimonio musical español ya la conocíamos por una jugosa entrevista publicada por Scherzo en septiembre pasado, pero la andanada contra los cantantes españoles (que no saben distinguir, según él, a Puccini de Verdi y necesitarían una Academia para formarse) era nueva, y tan ridícula, que uno siente vergüenza ajena al escucharla. Hubo un Manifiesto de rechazo, aunque si los cantantes españoles querían defenderse casi lo mejor habría sido colgar en youtube esa parte de la intervención de Mortier. Ahí lo tienen: un tipo que llega para dirigir el Teatro Nacional de la Ópera de un país de 45 millones de habitantes, con una descentralización política como no existe en toda Europa, con decenas de centros de formación musical superior y que no solo piensa que sus cientos (¿miles?) de cantantes profesionales no saben "distinguir a Verdi de Puccini", sino que tiene el cuajo de decirlo públicamente delante de quienes lo contrataron, y no pasa nada. Madrid no es París. Desde luego.

El asunto del repertorio español no deja de resultar relevante. En la señalada entrevista para Scherzo, Mortier, para defenderse de su absoluto desconocimiento sobre el particular (aunque dice conocer muy bien a algunos músicos actuales; bueno, él dice "todos", pero eso es imposible, ya me entienden...) llegaba a afirmar que en realidad las buenas partituras no se pierden casi nunca, y que si no han llegado óperas españolas del siglo XIX por algo será. Un argumento muy científico. Lo cierto es que sobre el repertorio español pesan muchos prejuicios que en muchos casos hemos construido nosotros mismos. Durante mucho tiempo pareció que pasado el Siglo de Oro de la polifonía, en España no volvió a escucharse una obra musical digna de tal nombre hasta que aparecieron Albéniz y Falla. Cuando en enero pasado la Orquesta Barroca de Sevilla ofreció en una gira de conciertos una serie de obras de Pedro Rabassa, maestro de capilla de la Catedral de Sevilla en el siglo XVIII, fue muy normal leer en foros y blogs comentarios desdeñosos acerca de sus obras (ya saben, del tipo: sí, vale, que las rescaten, pero que la guarden en un cajón), en algunos casos realizados por tipos que ni siquiera habían asistido a los conciertos. No. Rabassa no es Bach. Rabassa es Rabassa. Rabassa componía su música en un contexto diferente al de Bach, apoyándose en una tradición diferente a la de Bach y dirigida a un público diferente al de Bach. Y Dios me libre de tratar de saldar la cuestión con argumentos relativistas. Lo que llevo escuchado de la música de Rabassa (otro disco anterior al concierto de la OBS y un oratorio que escuché en una Semana de Cuenca hace unos años) lo colocan artísticamente por debajo de Bach y de los más grandes talentos de la música barroca europea, pero: 1) De los grandes del Barroco conozco muchísima más música que de Rabassa; 2) los grandes son incomprensibles sin un contexto de autores no tan dotados pero que nutrieron de música de calidad (funcional: en el XVIII toda la música era funcional) a la sociedad de su tiempo; y 3) la música de Rabassa (como la de otros muchos compositores españoles que empiezan a llegarnos sobre todo a través del disco) es en sí misma muy disfrutable y no entiendo por qué razón hay que renunciar a ella por el hecho de que existan también Bach, Haendel y Zelenka. Que esta opinión denigratoria del repertorio histórico español sea difundida por dilettantes, ignorantes e izquierdistas de salón a la violeta es asunto menor, pero que la defienda públicamente el ejecutivo mejor pagado por los españoles para que se ocupe de uno de los centros de difusión musical más importantes del país es desde luego chocante. Hombre hombre...

Como en el caso de Mortier, los prejuicios también alcanzan en la música antigua a los intérpretes patrios e incluso a los musicólogos. Si no, vean este reportajito de El País a cuenta del Victoria que Michael Noone hará en Cuenca. Queda claro, ¿no? Si no llega a ser por un australiano y por el dinero chino, en España no sabríamos no ya quién es Rabassa, sino ni siquiera quién es Tomás Luis de Victoria. Pásmense. A cuenta de este asunto, se ha montado en los últimos días un buen pitoste en las redes sociales, y Emilio Moreno, como presidente de Gema, la Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua, reaccionó publicando ayer en la web de la asociación una carta abierta dirigida al redactor de la información (imagino que se habrá mandado también a El País, cuya Defensora del lector, me consta, recibirá alguna otra de contenido similar). Conozco a muchos de los músicos que en las últimas horas se han mostrado indignados en el Facebook con el asunto, es más, soy amigo de algunos de ellos, y, aunque creo que tienen por supuesto motivos para sentirse decepcionados e incluso irritados, me choca esa pizca de histeria que se detecta en muchos comentarios. Al fin y al cabo, el joven Verdú solo se hace eco de la dejadez absoluta en que, es denuncia conocida de muchísimos músicos y grupos españoles, las administraciones públicas tienen a nuestros intérpretes y nuestro repertorio. Que unos chinos y un australiano se pusieran a tiro, gracias, qué curioso, a un Festival español, es solo una anécdota.

Ah, que se me olvidaba: España no es Grecia.