martes, 15 de enero de 2013

El Parsifal finlandés

Hace un tiempo escribí del ciclo sinfónico de Sibelius, que adoro. Acabo de hablar de él a mis alumnos del Aula de Mayores de la Fundación Cajasol. He tratado de desvelarles, un poco aprisa como casi siempre, las claves esenciales para disfrutar de esta música que a mí me parece de una belleza tan honda y tan depurada, y me he quedado con las ganas de ponerles completa la Sinfonía nº7, ese monumento a la desnudez, la concisión y la plenitud sinfónicas que Serge Koussevitzky llamó el Parsifal finlandés. No me extraña que después de ella a Sibelius todo le pareciera mal hecho y se sumergiera en ese enigmático silencio de Ainola.

Como no pudimos escucharla, aquí cumplo mi compromiso de ofrecer un par de opciones de acceso a ella. Primero en un enlace a Spotify con la versión del ciclo que he puesto en clase, que ha sido el de Kurt Sanderling al frente de la Berliner Sinfonie-Orchester. La grabación, para el sello Berlin Classics, es del año 1974. Después en un vídeo colgado en youtube de una interpretación de Mark Elder al frente de la Orquesta Hallé durante los Proms de 2011.

Aquí, como una aparición de entre los bosques, tiene también ese artista genial, complejo y egocéntrico, amante del lujo y de las grullas, su pequeño y modesto lugar.

Sinfonía nº7 de Jean Sibelius en Spotify (Kurt Sanderling. Berliner Sinfonie-Orchester. 1974)

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Sinfonía nº7 de Jean Sibelius en Youtube (Mark Elder. Hallé Orchestra. 2011)

sábado, 5 de enero de 2013

Desde el paraíso

[Raquel Andueza y Jesús Fernández]
Esta misma semana se han cumplido 369 años de la muerte de Claudio Monteverdi, uno de los grandes renovadores del arte musical, y acaso el primer compositor auténticamente moderno, así que este disco recién publicado por una de las más entregadas intérpretes españolas de su obra, la soprano navarra Raquel Andueza, se presenta como una forma extraordinaria de celebrar el talento de un músico irrepetible y con él la fuerza transformadora del arte de su tiempo, sobre todo si tenemos en cuenta que el CD incluye algunas piezas inéditas, como el Lamento della Maddalena del propio Monteverdi, versión espiritual de su célebre Lamento de Ariadna, que el músico transmutó también a lo divino como Pianto della Madonna, prueba de su popularidad.

In Paradiso es el segundo trabajo que se publica en el sello Anima e Corpo, creado hace un par de años por Andueza y el tiorbista sevillano Jesús Fernández, que habían hecho un primer disco juntos en NBMusika (D'amore e tormenti, sobre el siglo XVII italiano en su vertiente profana). El estreno con su marca trajo la presentación de La Galanía, un trío por la adición del guitarrista austriaco Pierre Pitzl, para un CD con música del barroco español publicada en fuentes extranjeras (Yo soy la locura) que causó ya hondo impacto. Este nuevo álbum se convierte en el reverso sacro del primero, de aquellos amores y tormentos que ahora se tornan espirituales, por más que el cuerpo siga estando muy presente, pues la música se mueve en un ámbito en el que los rastros de la danza, de la calle y del teatro aparecen por doquier.

Además de la Magdalena monteverdiana, hay piezas anónimas (Vana Begamasca, Follia del mondo, Spagnoletto dishonorato o Madre, non mi far monaca, versión italiana de la famosa Monica de origen francés) apenas conocidas, pero otras, como la Canzonetta spirituale sopra alla nanna de Merula, el Stabat Mater de Sances o la Cantata spirituale de Ferrari son obras que en los últimos años se han abierto un hueco en el aprecio de cualquier melómano medianamente bien informado, como hará a partir de aquí el poema más famoso de la mística castellana (Amar a Dios por Dios) transfigurado por Domenico Mazzochi.

Nunca antes, nunca después, alcanzó la música occidental esa consciente fusión con la palabra como en este repertorio del primer barroco en el que todos los recursos se ponen al servicio de su más diáfana transmisión. Por eso, cuando se tratan afectos extremos las disonancias y el cromatismo asumen un alto protagonismo. Todo ello merece una voz como la de Raquel Andueza, natural y fresca siempre, cuidadosa con la pronunciación, flexible, cálida con la expresión, matizada desde el desgarro hasta el bisbiseo; un acompañamiento como el de Jesús Fernández, cuya tiorba resuena en los graves con la potencia de una bombarda y se hace líquida y brillante en los susurros. Habitantes de un universo estético común, las piezas se suceden en una rica diversidad dramática, que apunta a mundos nuevos, a lo por llegar. Todo pasa y se renueva. Mejor contemplarlo desde este paraíso.
[Diario de Sevilla. 1-12-2012]


IN PARADISO
Raquel Andueza, soprano
Jesús Fernández Baena, tiorba

1. Anónimo (s.XVII): Vana Bergmasca [Canzonette Spirituali e Morali. Milán, 1677]
2. Tarquinio Merula (1594-1665): Canzonetta spirituales sopra alla nanna [Curtio Precipitato Et altri Capricii Composti in diverdi modi vaghi e leggiadri a voce sola.Venecia, 1638]
3. Domenico Mazzocchi (1592-1665): S'io mi parto [Ms. 2742. Biblioteca Casanatense. Roma]
4. Anónimo (s.XVII): Madre, non mi far monaca [Canzonette e Madrigali Spunali à 2. e  3. voci d'auttori diversi. Libro VIII. Parma, 1610]
5. Claudio Monteverdi (1567-1643): Lamento della Maddalena [Ms. Q. 43. Museo internazionale e biblioteca della musica. Bolonia]
6. Anónimo (s.XVII): Follia del mondo [Canzonette Spirituali e Morali. Milán, 1677]
7. Giovanni Felice Sances (c.1600-1679): Stabat Mater (Pianto della Madonna) [Motetti a Voce Sola. Venecia, 1638]
8. Anónimo (s.XVII): Spagnoletto dishonorato [Canzonette Spirituali e Morali. Milán, 1677]
9. Domenico Mazzocchi: Amar a Dios por Dios [Musiche Sacre e Morali a una, due, e tre voci. Roma, 1640]
10. Benedetto Ferrari (1603/04-1681): Cantata spirituale [Musiche Varie a Voce Sola. Libro Secondo. Venecia, 1637]
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ANIMA E CORPO AeC002 (Diverdi) [62'21'']
Grabación: Febrero de 2012


Mazzocchi: Amar a Dios por Dios. [2'55''] Andueza, Fernández


No me mueve, mi Dios, para quererte 
el Cielo que me tienes prometido, 
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Muévesme tú, Señor, muéveme el verte 
clavado en esa Cruz y escarnecido, 
muéveme ver tu cuerpo tan herido, 
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muévesme al fin, mío Dios, de tal manera, 
que si no hubiera Cielo, yo te amara, 
y si no hubiera infierno, te temiera.

Ni tienes que me dar porque te quiera, 
porque si quanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
[Anónimo]