domingo, 1 de mayo de 2011

Tus orgasmos y la música

[Venus recreándose con la música. Tiziano, 1547 (Museo del Prado. Madrid)]
Hace tiempo que huyo de los periódicos gratuitos como de los discursos de los tenistas, pero el viernes pasado, tratando de amenizar una breve espera, cogí un 20 minutos (edición Sevilla) que andaba por allí. Buscaba el sudoku (luego resultó que no tiene), pero por el camino (bodas morganáticas, fútbol plagado de propaganda y mentiras) me topé con este titular: "No llego al orgasmo, pero disfruto del sexo". Coño, aquí hay sustancia, me dije. La cosa estaba en una página llamada Zona 20, que recoge cartas enviadas por los lectores, con una columna ancha a la derecha dedicada a transcribir algunas cuestiones de un consultorio sexológico que al parecer tiene lugar todos los jueves en la web de la publicación. Un servicio público de primerísimo orden, sin duda. La primera pregunta, de la que salía el titular, la formulaba una chica que se mostraba desinhibida y feliz con su sexualidad a pesar de no saber lo que era un orgasmo. Le responde la sexóloga Pilar Cristóbal:
Uno de los problemas que tiene buscar el orgasmo es que esa misma búsqueda te coloca en el rol del espectador [???] y te impide tenerlo. Lo mejor es no pensar ni en el orgasmo ni en nada, dejarse llevar por las sensaciones y desconectar de ti [!], de tu pareja [!!] y de tu placer [!!!]. Es como cuando cerramos los ojos para sentir mejor la música con los oídos y no con el cerebro [La repanocha en vinagre!!!]. No buscar el orgasmo es la mejor manera de encontrarlo.
Reconozco que me dejó clavado en el asiento, sin un solo argumento que oponerle. Eso de escuchar la música sin cerebro debe de ser la panacea definitiva contra el aburrimiento (¡y la de energía que ahorra!). Pero como este pretende ser ante todo un blog pedagógico, no se preocupe que no voy a dejarlo así, sin ni siquiera un consejo que lo haga salir de la incredulidad. El martillo sin dueño le recomienda:

1. Que tenga usted orgasmos a discreción, como espectador, como estrella principal o como actor secundario, qué más da.

2. Que en el ínterim no se le ocurra desconectarse de sí mismo (los antiguos llamaban a eso morirse, y luego resucitar cuesta un rato), ni de su pareja (eso es maltrato manifiesto) y, sobre todo, no se le ocurra por nada del mundo desconectarse de su placer, porque en ese caso, qué mierda de orgasmo iba a experimentar usted...

3. Este libro: Tu cerebro y la música. Daniel J. Levitin (traducción de José Manuel Álvarez del original This is your Brain on Music, 2006). RBA, Barcelona 2008 (1ª ed.; desconozco la fecha de la segunda edición española). 346 páginas. 21 euros. Nada como la ciencia para combatir supercherías y mamarrachadas.

4. Esta música prodigiosa. A lo mejor le ayuda para llegar a ese orgasmo que se atranca.



1 comentario:

Freia dijo...

¡JAJAJAJAJAJAJA !

Saludos