domingo, 25 de noviembre de 2012

La Iberia andaluza

[Óscar Martín. © Belén Vargas]
Hay casi tantas Iberias como intérpretes capaces de enfrentarse a sus pentagramas. La obra maestra de Albéniz, que para Olivier Messiaen lo era de toda la literatura pianística, contiene tal riqueza de referentes, tal densidad de contenidos que cada pianista se ve necesariamente abocado a escoger, a orientar las piezas de la Suite en una dirección determinada. Detrás de ese pintoresquismo superficial, que tiene que ver con el folclor andaluz (que actúa una vez más aquí como sinécdoque de "lo español"), en Iberia se funden tradiciones musicales de todo un siglo. La solidez constructiva de un Beethoven permite la adición de valores tan genuinamente románticos como el virtuosismo de la mejor escuela lisztiana, la sutileza armónica que hizo de Chopin un adelantado a su época o el más sencillo apunte de carácter, típico de la música de salón de todo el XIX. Pero el aroma francés está también presente en formas muy diversas: esa búsqueda de la perfección formal fue alentada por la Schola Cantorum, y sobre ella operan igualmente la delicadeza de las obras más personales y rapsódicas de Fauré como el impresionismo debussysta. El color es español, pero en Albéniz aparece quintaesenciado de forma originalísima por el idealismo del ausente, del exiliado. No hay que olvidar que la colección la escribe el gran músico catalán en París y Niza entre 1905 y 1908. A la manera de un Cernuda, que desde Londres recrea su ciudad natal en Ocnos, el gran poema sevillano de todo el siglo XX, Albéniz traza desde Francia el dibujo musical más certero que se haya hecho de una España mitad vivida mitad imaginada.

Óscar Martín (Sevilla, 1976) se une a la nómina de pianistas que han llevado su visión de esta obra magna del repertorio al disco en un álbum que acaba de publicar el sello Lindoro, aunque la grabación, realizada por Francisco José Cuadrado, data del año 2009. De Alicia de Larrocha a Artur Rubinstein, pasando por Esteban Sánchez, Rafael Orozco, Rosa Sabater, José María Pinzolas o Jean-François Hessier, los grandes intérpretes han ido componiendo la imagen de una Iberia caleidoscópica que, sin embargo, no parece agotar aún las posibilidades de la obra. Martín añade su mirada que es también muy singular, y que parte de una cierta ligereza en el concepto. Es una Iberia que arranca con una "Evocación" de un reconocible aire nocturnal e impresionista, pero a la vez sereno y claro, y concluye con una "Eritaña" en la que el ritmo de las sevillanas surge impetuoso y racial para luego ir domeñándose con un elegante fraseo. La interpretación del pianista sevillano parece eludir conscientemente los conflictos más dramáticos de la obra, que tan genialmente destacó Esteban Sánchez o, más recientemente, el mismo Barenboim, y fijar su mirada en la melodía y el color, que tiene un tratamiento no lejano a Larrocha y, sobre todo, a Orozco. Es una visión de un andalucismo franco, directo, pero nunca jaranero, de dinámicas algo estrechas, pulsación nítida y una personal flexibilidad en el fraseo. Iberia, siempre soberbia, siempre distinta.
[Diario de Sevilla. 3-11-2012]


ISAAC ALBÉNIZ (1860-1909): SUITE IBERIA
Óscar Martín, piano

CD 1
Primer Cuaderno
1. Evocación
2. El Puerto
3. El Corpus en Sevilla

Segundo Cuaderno
4. Rondeña
5. Almería
6. Triana


CD 2
Tercer Cuaderno
1. Albaicín
2. El Polo
3. Lavapiés

Cuarto Cuaderno
4. Málaga
5. Jerez
6. Eritaña
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2 CD LINDORO NL-3010 (Diverdi) [41'12'' - 45'23'']
Grabación: Julio de 2009


Albéniz: "Eritaña" de Iberia. [5'30''] Óscar Martín

domingo, 11 de noviembre de 2012

Un sueño veneciano

[Anne Sofie von Otter]
El nombre de la mezzosoprano sueca Anne-Sofie von Otter (Estocolmo, 1955) ha quedado asociado para infinidad de melómanos de las tres últimas décadas a la exquisitez, el refinamiento y el buen gusto. A partir de una voz más bien pequeña (un problema que el disco atenúa) pero de hermosísimo timbre, equilibrada, homogénea, la cantante se ha impuesto siempre por su musicalidad, su elegancia y su extrema versatilidad, pues su repertorio va de Monteverdi a Brad Mehldau.

Pero muchos la preferimos barroca. Y monteverdiana. Sus antiguos trabajos con Gardiner (Messagiera en L'Orfeo, Ottavia en L'Incoronazione di Poppea) y con Goebel (Lamenti) mostraban a una artista concienzuda y fina trabajadora del estilo. La música del primer barroco quizá no tenga la dificultad técnica que requieren las arduas agilidades del siglo XVIII, pero plantea desafíos aún mayores: sin interiorizar lo que se canta (música y texto) es imposible conseguir resultados medianamente aceptables. Alguien puede triunfar ametrallando al público con coloraturas imposibles sin ni siquiera entender una palabra de lo que está cantando, pero jamás lo conseguirá con música del primer Seiscientos sin dominar absolutamente la expresión del texto a través de la perfecta dicción y el matiz, sin atender a la retórica de cada palabra, que acaba por condicionar el tempo y el ritmo de la música, su flexibilidad, que consiste en cantar, por decirlo en palabras del propio Monteverdi "a tempo del afecto de ánimo, y no al de la mano", esto es, atendiendo a las emociones contenidas en el poema antes que al compás marcado en la partitura.

En este Sueño barroco, Anne Sofie vuelve al siglo XVII, y lo hace desde la madurez absoluta, que muestra ya en el Si dolce è 'l tormento de apertura, que uno puede imaginar más frágil pero no más delicado: la cantante se despoja de todo su arsenal de recursos operísticos y ataca la pieza con voz limpia y emisión naturalísima. Su recorrido es veneciano, pues atiende a Monteverdi y a su alumno y sucesor en los teatros de la ciudad, Cavalli. Del primero se ofrecen, además de la canzonetta de apertura, el lamento de Penélope de Il ritorno d'Ulisse in Patria y los dos hermosísimos dúos de Poppea y Nerón, en los que colabora una excepcional Sandrine Piau. De Cavalli, otro lamento, el de Doriclea y dos fragmentos de La Calisto, entre ellos, el delicioso dúo "Dolcissimi baci", también con Piau. Hay además fragmentos instrumentales de otra ópera de Cavalli, Elena. Esenciales en el arte barroco, Von Otter sigue la línea de los lamentos saltando a Roma, donde Luigi Rossi imaginó el de la reina de Suecia, María Leonor de Brandemburgo, a la muerte de su esposa, Gustavo Adolfo II, y luego a Nápoles, donde Francesco Provenzale escribió su parodia, mezclando la torturada tragedia de la reina desconsolada con la chirigota de los ritmos y las burlas callejeras. Al frente de su Cappella Mediterránea, el argentino Leonardo García Alarcón sostiene el canto con plástica elegancia, aportando sugerentes notas de color instrumental.
[Diario de Sevilla. 27-10-2012]


SOGNO BAROCCO
Anne Sofie von Otter, mezzosoprano
Sandrine Piau, soprano (en 3, 5 y 9)
Susanna Sundberg, contralto (en 12)
Ensemble Cappella Mediterránea
Director: Leonardo García Alarcón

1. Claudio Monteverdi (1567-1643): Si dolce è 'l tormento
2. Francesco Cavalli (1602-1676): [Instrumental] de Elena
3. Claudio Monteverdi: "Pur ti miro" de L'incoronazione di Poppea
4. Francesco Provenzale (1624-1704): Squarciato appena havea
5. Claudio Monteverdi: Signor, oggi rinasco de L'incoronazione di Poppea
6. Francesco Cavalli: [Instrumental] de Elena
7. Luigi Rossi: Lamento di la regina de Suezia
Francesco Cavalli:
8. Vivo per te de La Calisto
9. Dolcissimi baci de La Calisto
10. Sinfonía de Elena
11. Lamento de Doriclea de Doriclea
12. Claudio Monteverdi: Di misera regina de Il ritorno d'Ulisse in patria
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NAÏVE V 5286 (Diverdi) [71'41'']
Grabación: Enero de 2012


Monteverdi: "Pur ti miro" de L'incoronazione di Poppea. [4'25''] Von Otter, Piau. Ensemble Cappella Mediterránea. García Alarcón


Pur ti miro, pur ti godo,
pur ti stringo, pur t'annodo,
più non peno, più non moro,
o mia vita, o mi tesoro.
Io son tua / Tuo son io, speme mia, 
dillo, dì, l'idol mio,
tu sei pur, sì, mio ben,
sì, mio cor, mia vita, sì.

Al fin te miro, al fin te gozo,
te abrazo, te estrecho,
ya no peno, ya no muero,
¡oh, mi vida! ¡oh, mi tesoro!
Yo soy tuya / Tuyo soy yo, esperanza mía, 
dilo, di, tú eres mi ídolo,
tú eres mía, sí, bien mío,
sí, corazón mío, vida mía, sí.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El bálsamo de Massenet

[El Don Quijote de Massenet en la Monnaie de Bruselas]
Cien años se cumplen de la muerte de Jules Massenet (Saint-Étienne, 1842 - París, 1912) y, a pesar de las corrientes críticas, a veces feroces, sobre un estilo hecho de convencional sentimentalismo, el compositor sigue siendo uno de los más representados en los teatros de ópera de todo el mundo (el puesto 21 ocupa en estos momentos según las estadísticas de www.operabase.com, justo por detrás de Bellini). El Maestranza, que lo ha acogido a menudo, vuelve la semana que viene a programarlo, esta vez con Thaïs. Lo cierto es que la relación de Massenet con España siempre fue fructífera, y el músico hizo abundantes incursiones en temas españoles, empezando en 1872 por Don César de Bazán (basada en el Ruy Blas de Victor Hugo), siguiendo por El Cid (1885), que también se vio en el Maestranza, y La navarraise (1894) hasta llegar a Don Quichotte (1910), que podría ponerse en contacto directo con su Amadis, ópera en la que trabajó casi veinte años, pero que se estrenaría póstumamente (1922).

El Quijote de Massenet llega a Cervantes a través del drama de Jacques le Lorrain El caballero de la larga figura, que se estrenó en 1904. En la fantasía de Lorrain, don Quijote es ya un anciano que se prenda de una Dulcinea que hace las veces de demi-mondaine, carácter que en la ópera de Massenet queda libre de cualquier connotación de mujer fatal: es, como en la propia Thaïs, la representación de una sensualidad poética y comedida. Diagnosticado ya con el cáncer que acabaría con su vida, Massenet consideró su trabajo sobre el personaje cervantino como un bálsamo dulce. La obra se estrenó en la Ópera de Monte Carlo en 1910 con un considerable éxito.

A partir de un libreto de Henri Cain, este Don Quichotte es obra irregular, que no puede resistirse al tópico españolista (las dos arias de Dulcinea son buen ejemplo), pero que contiene un personaje de gran riqueza vocal, que permite el lucimiento de un bajo, no en vano Massenet la escribió para el mítico Fiodor Chaliapin. Es por eso que el gran bajo belga José van Dam la escogiera para despedirse en 2010 del escenario de la Monnaie de Bruselas en una estupenda producción de Laurente Pelly que ahora trae en DVD el sello Naïve, lamentablemente sin subtítulos en español. Pelly imagina las escenas como salidas de la mente alucinada de don Quijote y recurre a montañas de papel, que a veces (acto I) remiten a los libros apilados que Wernicke dispuso para el Quijote de Cristóbal Halffter en el Real de Madrid; juega con ironía con los tipos españoles (toreros camuflados con el color del papel del fondo, gitanas con trajes de papel-cartón, caballo guitarrista) y mueve todo con elegancia y gracia. Van Dam domina la escena pese a una voz ya fatigada y corta de fiato, mientras que la valenciana Silvia Tro Santafé da a Dulcinea un tono de cierta gravedad que compensa su desempeño más folclórico. El barítono Werner van Mechelen completa con un campechano Sancho el trío protagonista. Minkowski dirige con más energía que refinamiento.
[Diario de Sevilla. 20-10-2012]


JULES MASSENET (1842-1912): DON QUICHOTTE
comédie-héroïque en cinco actos con libreto de Henri Cain basado en Le Chevalier de la Longue Figure de Jacques Le Lorrain

José van Dam, bajo-barítono (Don Quichotte)
Silvia Tro Santafé, mezzosoprano (La belle Dulcinée)
Werner van Mechelen, barítono (Sancho Panza)
Julie Mossay, soprano (Pedro)
Camille Merckx, soprano (Garcías)
Gijs van der Linden, tenor (Juan)
Vincent Delhoume, barítono (Rodríguez)
Bernard Villiers, bajo (Jefe de bandidos)
Aldo de Vernati, Jacques Does, Gérard Lavalle, Pascal Macou (Bandidos)
Marc Coulon, André Grégoire (Criados)

Orchestre Symphonique et Choeurs de La Monnaie
Director musical: Marc Minkowski

Director de escena: Laurent Pelly
Escenografía: Barbara de Limburg
Vestuario: Laurent Pelly
Iluminación: Joël Adam

Coproducción de La Monnaie y el Teatro Massimo de Palermo

Dirección de vídeo: Benoît Vlietnick

Bonus: Les coulisses d'un opéra
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DVD NAÏVE DR 2147 (Diverdi) [111' - 62' (Bonus)]
Grabación: 2010