viernes, 23 de diciembre de 2011

Crónicas giennenses 2011

[Antigua Carnicería de Baeza. Detalle de la fachada]
El Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza ha cumplido su decimoquinta edición en espectacular estado de forma que, me temo, no será repetible en el futuro, al menos en el más cercano. Dudo mucho que el año que viene (y los siguientes) su director Javier Marín vaya a contar con el presupuesto de esta vez y con la generosa aportación tanto del Centro Nacional de Difusión Musical del INAEM como de un proyecto provincial que tiene como objeto la conmemoración del octavo centenario de la batalla de Las Navas de Tolosa, lo que le ha permitido tramar en este año una programación densa y de altísima calidad. Quizá haya que marcar una raya, como con las aguas de las riadas en los pueblos: hasta aquí llegó el FMAUB en el otoño de 2011.

Estuve como otros años unos días en Jaén disfrutando, en compañía de algunos amigos que allí encontré, de un clima estupendo, una gastronomía exquisita y unos conciertos magníficos. Llegué a Baeza el sábado 3 a mediodía con tiempo para asistir a la actuación de Fahmi Alqhai, que cerraba así su participación en un Curso de Interpretación de viola da gamba que la UNIA (Universidad Internacional de Andalucía) organizó dentro del Festival. El recital tuvo lugar en el Paraninfo de la Antigua Universidad, justo al lado del aula de Antonio Machado, que enseñan a los visitantes como una estampa congelada en el tiempo. Alqhai ha ido refinando con los años los programas que ofrece en solitario y hasta Baeza trajo un Improvising through the spirit of gambo que es un bien trabado recorrido por las posibilidades del instrumento, que parte cronológicamente de Tobias Hume y deriva en Jimi Hendrix, después de pasar por Gaspar Sanz, Marin Marais o El cant del ocells, dedicado emotivamente a la memoria de Montserrat Figueras.

Por la noche, en el Auditorio del Hospital de Santiago de Úbeda actuaban la Capella de Ministrers de Carles Magraner y el Coro de la Generalidad valenciana en un programa dedicado a Tomás Luis de Victoria, que el grupo lleva moviendo desde hace más de un año (grabación incluida) y era una de las contribuciones del CNDM al Festival. Un Victoria con instrumentos (demasiada flauta para mi gusto), cantado y tocado con intensidad, en versiones descarnadas, con algunas irregularidades, pero que mostró que hoy por hoy el coro valenciano es, aun en versión reducida, de los mejores de España. Visión atenta a la horizontalidad de la música, a los choques de timbres, algo diferente a lo que suele oírse en este repertorio.

El domingo 4 al mediodía había un concierto del grupo de Eduardo Paniagua en el Museo de la Batalla de Las Navas de Tolosa, situado en la localidad de Santa Elena en Despeñaperros. No pude asistir porque el programa de actividades era muy denso y no podía permitirme estar cuatro días sin trabajar. Salí en cualquier caso a dar un paseo algo después de la 1 de la tarde y tuve la suerte de pasar por delante de la Iglesia de la Santa Cruz en el momento en que el Ensemble Organum ensayaba. Como el templo estaba abierto al público me senté y escuché un rato, hasta que una amable señorita vino a sacarme de mis ensoñaciones avisándome de que en aquel justo momento la iglesia se cerraba al visitante y yo me había quedado solo. Puse mala cara, pero fue sin querer.

[Ensemble Organum en Sta. Cruz]
Por la tarde, la actividad se trasladaba en efecto a Baeza, con un concierto en el Auditorio de las Ruinas de San Francisco a cargo del conjunto La Chimera, cuyo titular podría ajustarse bien, como variación, a aquel poema de Mario Benedetti que cantó Serrat: Los (in)formales y el frío. Informal el programa: Del tango argentino al madrigal italiano: Buenos Aires madrigal (del que hay grabación). Frío el que se pasó allí dentro, todos sentaditos durante una hora y pico. Hay calefacción, pero hace mucho ruido y se quita durante los conciertos... El espectáculo era original en su fusión de elementos, pues a una instrumentación barroca típica (violines, violas, guitarras, laúdes) se sumaba un bandoneón, que participaba aportando color en las obras antiguas, de igual modo que las violas sonaban con los tangos. Los solistas vocales eran la argentina Susanna Moncayo, a la que no conocía, y el barítono Furio Zanasi, que se destapó como un muy buen intérprete de tangos, incluida una correctísima pronunciación española con acento porteño. El problema del concierto fue que funcionó mucho mejor la parte argentina, que además era considerablemente más amplia, que la antigua. Si El día que me quieras resultó muy atractivo fundido con el Chiome d'oro de Monteverdi y en el Tu se'morta del Orfeo, Zanasi mostró lo mejor de su sentido de la frase y de la retórica, hubo demasiada rutina en el resto de las piezas cantadas y los madrigales interpretados instrumentalmente resultaron de insufrible sosería.

A las 23.59 estaba programado esa misma noche el concierto del Ensemble Organum en la iglesia de Santa Cruz en una de las iniciativas más originales, y finalmente más exitosas, del festival de este año, estas citas nocturnas para la conmemoración anticipada del octavo centenario de la batalla de Las Navas de Tolosa. El estreno tuvo el característico toque Organum: cuarteto vocal (Sicot, Candau, Tavernier, Pérès) deambulando por distintos espacios de la pequeña iglesia románica para interpretar un repertorio de canto llano y primitivas polifonías extraídas de manuscritos procedentes de San Marcial de Limoges, Moissac y Santiago de Compostela (el Congaudeant Catholici del Calixtinus). El estilo, el de siempre, orientalista: personalidad perfectamente reconocible de cada voz, emisiones irregulares, floridas ornamentaciones, disonancias... todo muy expresivo y muy intenso.

[Órgano de San Andrés de Baeza]
A mediodía del lunes 5 había programado un apetitoso recital de Lorenzo Ghielmi en el órgano de la iglesia de Santa María del Alcázar y San Andrés de Baeza. El instrumento, construido originalmente hacia 1780, posiblemente por Fernando Antonio de Madrid,  fue incluido, por su buen estado de conservación, en el plan Andalucía Barroca y restaurado en 2007 por el taller de Gerhard Grenzig. La sonoridad del órgano es espléndida: la trompetería horizontal, tan característica de los órganos ibéricos, suena con espectacular nitidez, los flautados son muy delicados y los registros de lengüeta graves muy sugerentes. Ghielmi, en maestro total, hizo buen uso de todos los recursos del instrumento con un programa muy variado, de Sweelinck a Cabanilles, Frescobaldi y Storace (brillantísima su Spagnoletta). El cierre, con el impresionante Praeludium, Fuga & Postludium de Georg Böhm (casi con total seguridad, maestro de Bach en Lüneburg) quedó resonando en mis oídos durante un buen rato.

Por la noche había que volver a Úbeda, pero esta vez no al Hospital de Santiago sino a la imponente Sacra Capilla del Salvador, espacio privado vinculado a la Casa Ducal de Medinaceli, donde se celebraba el segundo concierto dedicado a Tomás Luis de Victoria programado a través del CNDM. El Ensemble Plus Ultra de Michael Noone presentaba un programa mariano (muy propio del tiempo político que vivimos, pues), que incluía entre otras obras una misa policoral (Ave Regina a 8). Noone ha ido registrando en los últimos años una importante colección de música de Victoria en el sello Archiv gracias a la financiación de la Fundación Caja Madrid. Universal Spain acaba de publicarla completa en una muy mona cajita que contiene los 10 cedés. La interpretación de Noone y su grupo tiene todas las virtudes del proverbial sonido británico: afinación impecable, empaste perfecto, brillo, claridad, redondez... y también sus defectos, que se sustancian en una cierta impersonalidad tímbrica que conduce a la asepsia expresiva. Todo el mundo salió en cualquier caso levitando, y lo cierto es que ese estilo interpretativo aplicado a la gran polifonía renacentista provoca de forma generalizada ese efecto en la inmensa mayoría de los aficionados. Yo lo disfruté, porque es casi imposible no gozar de esa música majestuosa, pero prefiero versiones que den más importancia a la individualidad de los timbres, más horizontales, más terrenales.

A medianoche se repetía la experiencia del día anterior, pero esta vez en un espacio singular, la bautizada como Sinagoga del Agua, también un Úbeda, un recinto descubierto en 2007 durante unas obras para la construcción de bloques de viviendas y que ha sido restaurado y puesto en valor. El espacio, que puede visitarse desde 2010, incluye varias salas, entre ellas la del Mikveh o baño ritual, según nos explicaron uno de los pocos que se conservan en Europa. El concierto tuvo lugar en lo que debió ser la propia sinagoga y contaba con Begoña Olavide y su grupo Mudéjar que, en formación de trío (a Olavide se unieron Giovannello de Genaro y Ramiro Amusategui) ofrecieron un recorrido por romances sefardíes conservados en el Magreb. La tendencia a la medievalización de este repertorio, que se ha conservado en recopilaciones y cancioneros muy tardíos, es habitual, y aquí tuvimos una nueva muestra, con uso de instrumentos típicos de la Edad Media (laúd, salterio, fídula) y técnicas de vocalización de indudable vinculación con el Mediterráneo oriental. Al final, pasada la una de la madrugada, nos dejaron visitar todas las salas, incluso con guía. Fue bonito.

Al día siguiente, desayuno y viaje. Hacer coincidir la visita con el Festival de Música Antigua me parece especialmente acertado, pero si no, cualquier época del año es buena para conocer estas dos preciosas ciudades de Jaén, auténtico oasis renacentista en la barroca o islámica Andalucía. Además, uno puede encontrarse con Antonio Machado por las calles del pueblo, y hasta compartir un banco...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

:)

T dijo...

Qué bonitos sitios, Úbeda y Baeza, Pablo. estuve el año pasado, por primera vez, y disfruté muchísimo.

¡Feliz Navidad!