sábado, 11 de diciembre de 2010

Memento mori

[Tejados de Baeza]
En la Andalucía del casi millón de parados, del último Informe Pisa, de los recortes presupuestarios a un sector cultural que era ya, antes de ellos, un pigmeo en el mundo globalizado de hoy, aún quedan rescoldos para la esperanza. Por ejemplo, los que aviva el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, que ha llegado a su decimocuarta edición no sólo resistiendo el embate de los manostijeras oficiales sino incluso en un proceso de crecimiento que no se detiene y se afianzó cuando hace tres años tomó las riendas de su dirección el musicólogo Javier Marín López, quien ha racionalizado y ordenado sus contenidos, potenciado su vertiente científica, ampliado su ámbito de irradiación y favorecido su difusión.

Este año, el certamen estuvo dedicado a Portugal y ofreció entre el 19 de noviembre y el 8 de diciembre un total de 27 conciertos agrupados en cinco ciclos (Siete siglos de globalización musical, 8 conciertos; Ars Orgánica. Música para órgano, 6; La música en los monumentos de Vandelvira, 9; Conciertos familiares, 2, con un mismo programa; Conciertos didácticos, 2, con un mismo programa), una conferencia de Fernando Palacios ("La música en cuento") además de un ciclo de conferencias en torno a "La recuperación de la música antigua como discurso ideológico" y un curso de musicología que versó sobre el tema central del Festival: "Portugal no centro do mundo. Siete siglos de globalización musical (ss.XIII-XIX)". Además de Úbeda y Baeza, otras nueve localidades giennenses disfrutaron de las actividades del certamen. Entre los grupos y solistas participantes se contaron la Orquesta Barroca de Sevilla, Enrico Onofri y Raquel Andueza en un concierto dedicado a Rabassa que pasó por otras capitales andaluzas, el Coro Barroco de Andalucía, el Grupo Alfonso X el Sabio, The Brabant Ensemble, el Ensemble Turicum, Andrés Cea, Joris Verdin, Wim Becu, además de conjuntos y solistas andaluces y portugueses menos conocidos.

En los últimos años, el Festival ha adquirido empaque hasta convertirse, en mi opinión, en el segundo más importante de cuantos, dedicados a la música clásica, se celebran en Andalucía, sólo superado por el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Cabe felicitar por ello a las seis instituciones que organizan la muestra (Junta de Andalucía, Diputación de Jaén, Ayuntamientos de Úbeda y Baeza, Universidad Internacional de Andalucía y Universidad de Jaén, que se ha sumado este año al proyecto), a las que hay que agradecer su decisión de mantener su presupuesto en un año tan difícil como este 2010. No obstante, ya se oyen a lo lejos las sirenas de la demolición, por lo que no viene mal pedir a las autoridades una visión de futuro que no haga de la muestra un cadáver en vida (como antes o después acaba pasando con tantos eventos similares) y que permita sostener su crecimiento lento, pero reconocible. Deberían saber los gestores de lo público que las renuncias y los pasos atrás en un terreno como éste, en el que se funde la cultura con la riqueza patrimonial (material e inmaterial: Úbeda y Baeza son dos de las ciudades más bellas del sur de España y el patrimonio musical por recuperar es aún inmenso en esta tierra), con la formación y con el turismo, se pagan muy caros, sobre todo cuando aún quedan muchas cimas por conquistar.

No pude visitar Úbeda y Baeza en 2009, pero he estado un par de días en la edición de este año. La noche del lunes pasado, tan constitucional ella, se vivieron momentos muy intensos en el Auditorio de las Ruinas de San Francisco de Baeza, cuando, con una intermitente tormenta de fondo (los relámpagos eran visibles desde la butaca por la peculiar arquitectura del recinto), el conjunto inglés The Brabant Ensemble hizo un programa titulado Memento mori: Caminos a la muerte en Flandes y Portugal. Dirigido por Stephen Rice, The Brabant Ensemble (conocido a menudo como el grupo de las hermanas Ashby, pues hasta tres forman parte de él: Helen, Kate y Emma) es un típico conjunto coral británico formado por una decena de voces con altos femeninos y un estilo que potencia el brillo, el empaste y la verticalidad. Presentaron un programa centrado en la Missa pro defunctis de Manuel Cardoso, cuyos números se fueron alternando con motetes de Jacobus Clemens non Papa, Nicolas Gombert, Orlando de Lasso, Duarte Lobo y Esteban López Morago, un músico nacido en Vallecas pero formado en Portugal, por lo que a veces, como era el caso, su nombre aparece en portugués. Me sorprendió la disposición del conjunto para las piezas a 4 voces (varió algo en las escritas a 6 y en un motete para doble coro de López Morago), con una primera línea ocupada por sopranos y bajos y una segunda, detrás, en la que se situaron tenores y altos, con lo que uno de los problemas habituales de los grupos ingleses (la claridad de las voces medias) parecía acentuarse aún más. No obstante, la interpretación tuvo no sólo la calidad técnica que se esperaba de un conjunto de estas características, sino cotas importantes de emoción, por más que el impactante Tribulatio et angustia de Gombert me pareciera algo limado en sus aristas más hirientes (sin sonar todo lo intenso y descarnado que a mí me gusta, la versión que el grupo de Rice tiene publicada de este motete me parece superior, más afilada y conmovedora, a la que escuché en directo).

Al día siguiente no pude asistir al recital que por la mañana ofrecía un organista portugués en el instrumento de San Andrés de Baeza, restaurado hace poco dentro del programa Andalucía Barroca. Pero por la noche sí que estuve en el Auditorio del Hospital de Santiago de Úbeda para asistir al concierto que ofrecía el Ensemble Turicum, que dirigen el contratenor brasileño Luiz Alves da Silva y el violinista suizo Mathias Weibel, con un programa original en torno a los responsorios de tinieblas de un compositor portugués absolutamente desconocido, José Joaquim dos Santos (1747-1801). La obra, fechada en 1780, tiene una original orquestación para cuerdas graves, por lo que el conjunto usó dos violas (da braccio) y un violonchelo junto al continuo (formado por un violone de cinco cuerdas, guitarra y fagot). Música para solistas y coro de estilo ya clásico, con conducción homofónica de las voces y un uso muy reconocible y algo ingenuo de la retórica (para el "Vos fugam capietis" de Tristis est anima mea, Dos Santos usa, claro está, un pasaje fugado; y cuando en Amicus meus se cuenta que Judas se ahorcó ("suspendit"), la figura musical simula a la perfección esa suspensión del cuerpo). Aunque en el motete que abrió el recital, Crux Fidelis a 4 voces de José Mauricio Nunes Garcia, compositor brasileño al que el grupo ha dedicado atención discográfica, el conjunto vocal sonó, a cappella y desde el coro, tristemente desangelado y con un empaste muy primario, los responsorios de Dos Santos, en los que, como decía, se alternan pasajes solísticos con diversos tipos de agrupaciones vocales (dúos, tríos, coros a 4), cobraron la animación y la variedad que parece exigir una música hecha con oficio indudable pero con aislados momentos en verdad inspirados.

La mañana del día 8 la aproveché para visitar la Catedral de Jaén, obra maestra de Andrés de Vandelvira. Como era la festividad de la Inmaculada, pensé que a lo mejor coincidía con alguna función principal y podía así regocijarme con algo más de música. Y en efecto llegué casi al final de una misa concelebrada por el obispo de la diócesis y supongo que buena parte del cabildo catedralicio. Durante la Comunión, pude escuchar algunos versos organísticos interpretados con buen gusto, pero en el Ite missa est, cuando ya el obispo desfilaba con su báculo, mientras feligreses principales se fotografiaban con él, un coro de aficionados atacó el canto de una musiquilla tan sumamente inapropiada y deleznable que por momentos sentí haberme colado en el rodaje de una película de Fellini o de Berlanga. José Joaquim Dos Santos era sin duda un genio, pensé, pero no lo dije.

2 comentarios:

T dijo...

A principio de noviembre, estuve en Úbeda y Baeza, que no conocía, y volví maravillada. Vi carteles anunciando el Festival y me acordé de tí, Pablo.

Pablo J. Vayón dijo...

Gracias, Teresa. Son ciudades bonitas y bien cuidadas, sí. En mi opinión, el mantenimiento y potenciación de este festival puede ser decisivo en su desarrollo futuro. ¿Cuántas minúsculas ciudades europeas son hoy algo en el mundo gracias a eventos de estas características?