miércoles, 3 de octubre de 2012

Del amor y la alegría

[Juanjo Mena. Cortesía: BSO]
El 2 de diciembre de 1949 la Orquesta Sinfónica de Boston dirigida por Leonard Bernstein estrenó en su sede del Symphony Hall la Sinfonía Turangalila de Olivier Messiaen, obra que Serge Koussevitzky juzgaba como la más importante del siglo desde La consagración de la primavera, aunque puede que Koussevitzky no fuera del todo imparcial, ya que, como titular del conjunto de Massachusetts, él había encargado la obra a Messiaen cuatro años antes. El público y la crítica americanos no fueron en cambio tan entusiastas en la recepción de una partitura que causó notable confusión incluso entre los compositores locales ("el monstruo de Messiaen", la llamó Aaron Copland). El medio artístico americano no parecía estar todavía preparado para una obra tan colosal como aquella, en diez movimientos y casi ochenta minutos de duración, con una orquestación, un colorido y una impronta rítmica de extraña singularidad.

Messiaen empleó más de tres años en dar forma a una obra que es el pilar central de su trilogía en torno a la leyenda de Tristán e Isolda, de la cual Harawi, para soprano y piano, y los Cinq rechants, para coro, serían comienzo y final. El título proviene de dos palabras del sánscrito, 'turanga' y 'lila', que según el propio compositor puede traducirse libremente como "canción de amor e himno a la alegría, el tiempo, el movimiento, el ritmo, la vida y la muerte". Aunque, como queriendo otorgarle a su composición una estructura formal de sinfonía, Messiaen empezó componiendo cuatro movimientos (que acabarían en los puestos 1, 4, 6 y 10 de la obra final), sus ideas desbordaban desde su misma concepción los presupuestos de la sinfonía clásica. La Turangalila exige una orquesta amplísima, con un descomunal equipo de percusionistas, además de un piano solista y un generador de ondas Martenot, un dispositivo electrónico que había inventado en 1928 el ingeniero francés Maurice Martenot. La escritura para el piano es tan virtuosística que Messiaen incluso sugirió la posibilidad de que la obra pudiera ser considerada como un concierto. La novedad de la obra supera en cualquier caso la originalidad de su instrumentación, y por tanto de su colorido, y tiene que ver con la riqueza de sus ritmos (en algunos casos, de raíz oriental, pero también jazzísticos) y la exuberancia melódica, que más que en "una canción de amor", como la concebía su autor, la convierten en un gran y gozoso divertimento de naturaleza puramente hedonística.

Recientes aún sus primeras grabaciones como titular de la Orquesta Filarmónica de la BBC, el vitoriano Juanjo Mena ha registrado para el sello Hyperion con la Filarmónica de Bergen, de la que es principal director invitado, una nueva versión de la Turangalila, con Steven Osborne en el piano y Cynthia Millar en las ondas Martenot. Su interpretación tiene ese gozoso desbordamiento de colores en perpetuo dinamismo, esa sensación de algo que es a la vez nuevo y grandioso, pero sencillo en sus pretensiones expresivas, que define a la obra y está en las mejores versiones que se hayan hecho nunca, de Ozawa a Salonen, Rattle o Chailly.
[Diario de Sevilla. 29-09-2012]


OLIVIER MESSIAEN (1908-1992): TURANGALILA SYMPHONIE
Steven Osborne, piano
Cynthia Millar, ondas martenot
Orquesta Filarmónica de Bergen
Director: Juanjo Mena

1. Introduction
2. Chant d'amour 1
3. Turangalîla 1
4. Chant d'amour 2
5. Joie du sang des étoiles
6. Jardin du sommeil d'amour
7. Turangalîla 2
8. Développement de l'amour
9. Turangalîla 3
10. Final
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HYPERION CDA67816 (Harmonia Mundi) [77'07'']
Grabación: Junio de 2011


Messiaen: X. Final de la Sinfonía Turangalila. [7'30''] Osborne, Millar. Orquesta Filarmónica de Bergen. Mena.

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