Disfrutar de la música. Kristine Forney y Joseph Machlis. Traducción de Alfredo Brotons Muñoz. Akal, Madrid, 2011. 768 páginas + 2 CD (100 ejemplos musicales en mp3). 90 euros.
Uno de los principales obstáculos que muchos encuentran a la hora de acercarse a la llamada música clásica se asienta en un prejuicio muy extendido: eso es cosa de entendidos, hace falta saber (de) música... Pero, ¿qué es saber (de) música? ¿Tener conocimientos de historia, de teoría, tocar un instrumento, leer una partitura...? La música ha acompañado siempre al hombre, y durante milenios nadie se hizo ese tipo de preguntas. Es cierto que en Occidente la práctica musical culta se ha convertido en una actividad altamente especializada. Pero para disfrutar de la música no se necesita ser un intérprete virtuoso, como para gozar de un Van Gogh no hace falta haber concebido antes una teoría de colores.
John Ruskin escribía hace más de cien años: "Pedimos al arte que fije lo huidizo, que plasme lo incomprensible, que dé cuerpo a lo que no tiene dimensiones y que inmortalice las cosas efímeras. El verdadero fin del gran arte es lo infinito y lo maravilloso, que el hombre puede constatar sin comprender y amar sin saberlo definir". Hay un componente en las obras de arte que para ser captado no precisa del pensamiento reflexivo. Una mezcla de intuición y sensibilidad permite a millones de personas en el mundo gozar con una fuga de Bach o un nocturno de Chopin sin saber ni siquiera lo que significan esas palabras.
Esta reivindicación de la intuición no supone desdeñar el conocimiento de los fundamentos musicales, de los entresijos y el contexto de la creación como forma de incrementar el disfrute. Conocer la forma de una pieza musical, la motivación de su escritura o las características de su estilo pueden ayudar a penetrar en ella y a gozar más durante su escucha. En la bibliografía española existen muchas guías que pretenden justamente esto: ofrecer herramientas para una escucha más activa. Akal acaba de publicar la mejor de todas las que conozco.
Disfrutar de la música es una obra que se publicó por primera vez en Estados Unidos en 1955 con un éxito extraordinario, hasta el punto de que se ha reeditado nueve veces. Es la décima edición, aparecida en 2007, la que ahora Akal ofrece al aficionado castellanoparlante. Y lo hace de forma espectacular, con el cuidado característico de la editorial madrileña en traducción, impresión e ilustraciones. La obra incluye unos primeros capítulos en los que se explican con sencillez algunos conceptos teóricos y se plantea luego como una historia de la música guiada, repleta de ejemplos comentados (que remiten a dos cedés adjuntos), cuadros y gráficos de diverso tipo, que le dan un notable valor didáctico. El glosario y el índice analítico de los apéndices favorecen que nadie se pierda por sus casi 700 páginas. Destinada en origen al público estadounidense, quizá la única objeción (menor) que quepa hacerle es que a partir de 1900 (se incluyen capítulos dedicados al jazz, el rock y la música de cine) la perspectiva se americaniza en exceso, quedando las vanguardias europeas en discreto segundo plano. Una publicación muy útil para todo tipo de melómanos, no importa lo que sepan de música.
[Diario de Sevilla. 24-12-2011]
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