Con ese deje entre totalitario y demagógico al que tan proclives son muchos de nuestros políticos cuando mandan, la semana pasada la señora Consejera de la Presidencia de la Junta de Andalucía Mar Moreno instó al PP andaluz a decir claramente que cerraría la Fundación Said Barenboim si estuviera en el gobierno. Sorprendentemente, la respuesta del partido de la oposición no tuvo la contundencia que merecía la consejera ("Por supuesto. Rotundamente, sí. Cuando gobernemos, el presupuesto que la Junta dedica a la FSB irá destinado a las necesidades de los Conservatorios andaluces y del Programa Andaluz para Jóvenes Instrumentistas": por ejemplo), sino la tibieza característica de los acomplejados que saben que han perdido el debate antes de entrar de verdad en él.
Porque Moreno eludió, por supuesto, el debate nuclear, el de fondo (¿podemos permitirnos algo como la FSB?), para refugiarse en el discurso demagógico de los altísimos principios humanitarios que mueven a la fundación, los reconocimientos internacionales y el hecho de que su financiación se acoja a los programas de cooperación (debe de ser que los programas de cooperación se pagan con la hacienda personal de la señora consejera y sus compañeros del consejo de gobierno y no con los presupuestos generales de la comunidad autónoma). Pese a su inanidad política (que reconoció el propio Barenboim hace un par de años), el objetivo último de la Fundación, promover espacios de encuentro en torno a la música entre jóvenes que viven directamente un conflicto tan encarnizado, largo y penoso como el de Oriente Próximo, es por supuesto noble, y el resultado más visible de su actividad artística, la Orquesta del West Eastern Diwan, sin duda brillante, pero ¿por qué tenemos que pagarlo los andaluces? ¿Por qué Andalucía tiene que asumir el coste de este proyecto, cuando es una región con una renta per cápita que es el 81,2% de la de la UE (datos del Eurostat de 2007 que si no me equivoco son los últimos publicados; imagino que la cosa andará peor ahora), sólo más alta en España que la de Extremadura (y eso teniendo en cuenta que entre los países orientales de la UE hay regiones por debajo hasta del 30% de la renta)? ¿Por qué el mantenimiento de una Escuela de Estudios Orquestales con profesores en su mayor parte alemanes y de una orquesta de jóvenes cuyos miembros son mayoritariamente extranjeros es una prioridad política de la Junta de Andalucía, por encima de nuestros conservatorios (¿qué son los conservatorios, sino Escuelas de Estudios Orquestales?) y de nuestra propia Orquesta de Jóvenes (OJA), de funcionamiento ejemplar, desalojada hasta de su sede por la FSB y con la figura de su director, el estupendo por tantas razones Michael Thomas, cuestionadísima desde hace casi dos años? ¿Es que nuestros conservatorios nadan en la abundancia? (¿Alguien se ha pasado, por poner un ejemplo, por el saturado Superior de Sevilla, que por no tener no tiene ni auditorio?) ¿Es que la situación de la OJA ha mejorado en algo en los últimos siete años o más bien ha empeorado, cuando ya ni giras se hacen ni sus actividades tienen la difusión mínima deseable?
Una propuesta: Si, como no se cansan de decir desde la FSB, no se trata de competir con lo que ya existe en Andalucía, sino de sumar, que sumen de verdad, que los cursos de los profesores berlineses se ofrezcan en los conservatorios, que la WEDO (West Eastern Diwan Orchestra) se integre en la estructura de la OJA (a precio de nuestros conservatorios y de la OJA, claro), que los escasos recursos disponibles fluyan hacia esos sectores de la educación musical andaluza (tanto la de base como la de alta capacitación) en verdad necesitados, que el presupuesto no se vaya en financiar proyectos que ni siquiera las regiones más ricas del mundo aceptan (¿por qué la Fundación Said Barenboim cambió su inicial carácter itinerante, que la hizo pasó por Weimar y por Chicago, para fijar su residencia permanente en Andalucía?). Los recientes recortes en los programas de conciertos, en los festivales, en las actividades académicas (habrá que hablar algún día también de lo que pasó con la Academia de Órgano de Andalucía) y en la financiación de los espacios escénicos andaluces, que afectan directísimamente a miles de personas vinculadas de distintas formas al sector de la música y del espectáculo, hacen más incomprensible aún el mantenimiento de un programa que sangra las extenuadas arcas públicas andaluzas sin ofrecer a cambio nada especialmente sólido ni relevante. La fiesta se ha terminado, sí, pero parece que para unos más que para otros.
6 comentarios:
Usted no le llega a Barenboim ni a la suela del zapato.
Creo no haber entendido la argumentación del anónimo. También podría ser que no hubiera argumento alguno y todo se redujera a una vulgar falacia ad hominem, pero lo dudo, porque este blog solo lo visitan personas inteligentes. Así que volveré a leerlo con atención y luego les cuento.
'Con ese deje entre totalitario y demagógico al que tan proclives son muchos de nuestros políticos cuando mandan...'
Y cuando no mandan, también.
Bueno, T, cuando no mandan también, pero menos, que hay que dar imagen de candidato...
Y por más vueltas que le doy, sigo sin captar el sentido de la argumentación de Anónimo. He llegado a pensar si "suela del zapato" estaba en clave y he jugado a la cábala sustituyendo cada letra por un número, pero no termino de pillarlo, no termino...
¡Vaya usted a saber! Ya sabe que hay gente muy rarita. A lo mejor ha dejado el comentario en el sitio equivocado. O tiene problemas de comprensión de lectura. Yo tampoco lo pillo, la verdad.
Totalmente de acuerdo con su artículo sr. Vayón, corren tiempos tristes para los jóvenes músicos andaluces y para la cultura en general. Es lamentable ver cómo se tira por la borda un proyecto que durante muchos años ha sido paradigma de las orquestas jóvenes de comunidades autónomas y en el que muchos ahora profesionales hemos recibido una parte muy importante de nuestra formación. Y más penoso aún que intenten justificar todas estas medidas de recorte presupuestario mientras la Fundación Baremboin sigue disfrutando de su millonaria dotación anual, imagino que nos toman por tontos. También es muy triste ver cómo se premia a Michael Thomas el excelente trabajo realizado durante los años que ha estado al frente de la OJA.
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