domingo, 17 de octubre de 2010

Proemio (in)necesario (o todo lo contrario)

Creé en mayo de 2008 El Martillo sin Dueño con la pretensión, acaso excesiva, de encontrar trabajo. O clientes, como prefieran. Para un free lance de la pluma (ejem), para alguien que se gana la vida exclusivamente con lo que escribe sobre un tema tan apasionantemente minoritario como el de la música clásica, el futuro se adivinaba muy oscuro, y ello como consecuencia fundamental de la crisis paralela de los periódicos tradicionales y de la industria del disco, a las que, no me cabía ninguna duda ya entonces, en breve habría de sumarse la contracción de las subvenciones públicas al sector musical, creando así una huracanada sinergia negativa de la leche que amenazaba con barrerme del mapa. Quiero decir con esto que traté de ser antes que nada profesional y que lo que buscaba era alcanzar la mayor difusión posible de mi trabajo cotidiano en diarios y revistas, con la esperanza de que se me conociera algo más en los ambientes musicales y de ello pudieran derivarse algunos encargos que compensaran la pérdida de tantos otros y la continua merma de poder adquisitivo consustancial a este trabajo (a los que lo compartan no será necesario decirles nada más; al resto, para qué). Pasados algo más de dos años, es difícil sacar conclusiones sobre si tan extravagante aspiración ha tenido más o menos éxito, aunque, contra el pronóstico de algunos, aquí sigo resistiendo; que a ello hayan contribuido de alguna forma el blog y sus fieles lectores (a los que tanto agradezco la fidelidad) es algo que dejo a la consideración de cada cual.

Planteé pues el blog como una plataforma profesional, y para hacerla más potente me marqué además el reto de la publicación diaria, incluidos fines de semana y meses de verano, un desafío que, disperso como suelo ser para tantas cosas, superé con disciplina y un sencillo esquema formal que a cualquiera que conozca el blog no será necesario explicar. Les cuento todo esto porque aquí empiezo un blog nuevo y deseo aclarar que aunque mantengo parte de la imagen del antiguo, las cosas serán diferentes. Al Martillo sin Dueño se le han caído las mayúsculas y con ellas la formalidad. Conservaré algunas rutinas y también el blog subsidiario en el que voy archivando mis colaboraciones en Diario de Sevilla, que nunca he dejado de actualizar, pero ni periodicidad ni esquema regular se repetirán en este nuevo formato. El contenido básico del blog seguirá por supuesto orientado hacia mi trabajo como crítico musical, por lo que aquí seguiré replicando muchas de las cosas publicadas en otros medios, pero sin el orden ni la regularidad de antes.

Eso es todo lo que quería decirles para empezar. Me pongo bajo la protección de San Francisco y Santa Isabel y arranco ya.



10 comentarios:

Diego Fernández dijo...

Aquí estamos.
Abrazos,

Diego

it dijo...

(voy por mi paquete de pipas...)

T dijo...

Ya estoy acomodada. Por mi parte, me permitido encomendarle a san Lucas, que es el santo del día.

;-)

El Musicópata dijo...

pues acá te sigo y te leo nuevamente!
un abrazo!

El Musicópata dijo...

pues acá te sigo y te leo nuevamente.
un abrazo!

Pablo J. Vayón dijo...

Bueno, pues ya somos cuatro. Se me ocurre una partida de parchís...

Pablo J. Vayón dijo...

5. Itziar (¿Itziar?) se queda en el banquillo.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Jo, macho, es que vivir de "esto" es poco menos que una quimera. Y no solo ahora, sino también antes: conozco varios nombres muy famosos y muy veteranos del mundo de la crítica musical española que han pasado o pasan verdaderas fatigas para llegar a fin de mes. Una conferencia por aquí, una traducción por allá, unas notas por el otro sitio... Poquísimo. Y ahora con los recortes, cero pelotero. En cualquier caso, mucha suerte y ¡se agradece tu retorno!

Mario Guada dijo...

Hola:

Bueno, pues yo pienso seguir leyénote y aprendiendo de lo leído, que siempre es mucho, del mismo modo que publicitándote donde puedo.
Espero que la vida te sonría, que te lo merces.

Un abrazo y ánimo para seguir.

Gregorio dijo...

Soy uno de los que lloró el cierre del primer martillo sin dueño.

Disfruto y aprendo con su lectura.

Suerte y paciencia, que aunque somos pocos, somos fieles.

"Para esa inmensa minoría" J.R.J.